Valencia no solo brilla por sus playas y su clima, sino también por sus paisajes de interior y su riqueza natural. Uno de los momentos más especiales para disfrutar de ellos es, sin duda, el atardecer. En la provincia existen miradores privilegiados desde los que ver caer el sol y sacar fotografías que parecerán sacadas de una postal.
Uno de los más impresionantes es el Castillo de Chirel, una fortaleza construida en el siglo XV, situada sobre un cerro en el municipio de Cortes de Pallás. Este castillo, hoy en ruinas pero visitable, regala vistas del embalse de Cortes y del valle que atraviesa el río Júcar, que serpentea entre las montañas formando un paisaje espectacular. El mejor acceso es a través del pueblo de Cofrentes, un destino ideal para completar la jornada con una visita cultural o una ruta fluvial por el Júcar.
Desde la montaña también se puede disfrutar de la puesta de sol en el Mirador de Rebalsadors, uno de los más altos del Parque Natural de la Sierra Calderona. A una altitud que permite visualizar tanto la costa como el interior montañoso, este mirador es un punto ideal. El acceso desde Serra, un encantador pueblo de montaña a solo media hora de Valencia capital, lo convierte en una destino perfecto.
En la vertiente este de la Calderona se encuentra otro de los grandes clásicos, el Mirador del Garbí. Situado a unos 600 metros sobre el nivel del mar, este punto elevado ofrece una perspectiva de 360 grados que abarca desde la costa de Oropesa del Mar hasta el Puerto de Sagunto, pasando por el litoral de Valencia, el Camp de Morvedre e incluso, en días claros, la silueta de la Sierra de Irta en Castellón. El lugar y es fácilmente accesible desde Estivella, con un tramo a pie de unos veinte minutos.
También en el interior de la provincia, otro punto que merece la visita son los Balcones del Naranjero, también llamados Chimeneas de Otonel por las curiosas formaciones rocosas que los rodean. Desde allí no solo se domina el embalse del Naranjero, sino que también se vislumbra el Castillo de Madrona y el pico homónimo. Para llegar, conviene iniciar la ruta desde el pueblo de Otonel, en un entorno que combina naturaleza con restos históricos.
Otro rincón con encanto es el Mirador de Jalance, en plena comarca del Valle de Ayora-Cofrentes. Aunque el acceso hasta él no es el más cómodo —hay que recorrer caminos de montaña y zonas poco transitadas—, el esfuerzo se ve recompensado. Desde su posición elevada, el valle se despliega en todo su esplendor. Es un lugar ideal para quienes buscan alejarse de todo y disfrutar de la tranquilidad del paisaje al natural.
Para quienes buscan un atardecer junto al agua, el Mirador de l’Albufera es una opción inmejorable. Ubicado junto a la CV-500, muy cerca de la pedanía de El Saler, este punto elevado ofrece una de las puestas de sol más fotogénicas de la provincia. Las tranquilas aguas del lago, los arrozales y la presencia constante de aves convierten este lugar en un espectáculo natural incomparable.
Por último, para quienes prefieren combinar montaña, mar y senderismo, la cima del Mondúver, en la comarca de la Safor, es una de las joyas del sur de la provincia. Con sus 841 metros de altitud, este macizo montañoso es uno de los más altos de la zona y permite ver desde lo alto todo el Golfo de Valencia. En los días despejados, se alcanza a distinguir el cabo de San Antonio, la ciudad de Valencia, las playas de Gandía e incluso la isla de Ibiza. El camino de acceso, asfaltado hasta la cima, lo convierte en un destino accesible para senderistas de todos los niveles.