La violencia sexual en España sigue creciendo, y lo hace en un momento en el que las organizaciones feministas insisten en que todavía no contamos con todos los mecanismos necesarios para hacerle frente. Los datos más recientes del Ministerio del Interior, correspondientes al primer semestre de 2025, confirman un repunte preocupante: 2.655 denuncias por violación, un 7% más que en 2024, y 7.907 denuncias por agresiones sexuales, un incremento del 4,7%. La cifra total supera los 10.500 casos en tan solo seis meses.
Aunque cada denuncia representa a una víctima que ha logrado dar el paso – aunque hay muchas más que no pueden o no quieren hacerlo –, el aumento refleja una realidad que sigue al alza. Amnistía Internacional alerta de que estamos ante un fenómeno “estructural, persistente y profundamente silencioso” que requiere medidas urgentes.
58 delitos sexuales al día
En 2024 ya se registraron 21.159 delitos contra la libertad sexual. Son 58 cada día, más de dos cada hora. Y aun así, las cifras no transmiten toda la magnitud de la violencia sexual en España, ya que muchos casos ni siquiera llegan a las comisarías. Las organizaciones especializadas llevan años avisando: los datos oficiales no capturan lo que sucede en los hogares, en los entornos laborales, en las citas, en las redes sociales o en los espacios de ocio nocturno. Y tampoco recogen el miedo, la culpa y la desconfianza que siguen alejando a miles de mujeres del proceso de denuncia.
De hecho, las nuevas formas de socialización también han abierto puertas a nuevas vulnerabilidades. El estudio “Apps sin Violencia Sexual”, elaborado por la Federación de Mujeres Jóvenes, dibuja un escenario preocupante entre las mujeres de 18 a 35 años que utilizan aplicaciones de citas.
Más de la mitad (un 57,9%) reconoce haber sentido presión para mantener relaciones sexuales en algún momento. En muchos casos esa presión adopta formas sutiles: comentarios insistentes, chantaje emocional, reproches o la amenaza de “te vas a quedar sola”. Pero otras veces se trata de violencia explícita. Un 21% de las encuestadas afirma haber sido forzada con violencia en una cita gestionada a través de estas plataformas.
La última Macroencuesta de Violencia contra la Mujer, publicada en 2019, aportó datos que siguen helando la sangre: más de 2,8 millones de mujeres en España han sufrido violencia sexual en algún momento de su vida. De ellas, el 86% asegura que la violencia de su pareja actual no fue un episodio aislado, sino algo que ocurrió en repetidas ocasiones. De hecho, el 33,8% comunicó a su pareja sexual que una práctica le estaba haciendo daño y quería detenerla, pero él continuó igualmente.
El silencio es uno de los grandes motores de la impunidad. En el caso de las adolescentes, la situación es compleja. Y es que según la Fundación ANAR, siete de cada diez chicas víctimas de violencia de género no denuncian. Muchas ni siquiera lo hablan con alguien cercano. La desigualdad se acentúa cuando observamos la respuesta institucional. Solo un 21,7% de las mujeres que sufren violencia de su pareja decide denunciar, y más de la mitad de las que lo hicieron afirma que la policía mostró poco interés o actuó de forma insuficiente.
El sector audiovisual: una industria que normaliza el abuso
Uno de los informes que más impacto ha generado en los últimos meses es el elaborado por CIMA, la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales. El estudio revela que la violencia sexual en la industria cultural es mucho más habitual de lo que se reconoce públicamente.
El 60,3% de las mujeres encuestadas asegura haber vivido alguna forma de violencia sexual durante su trayectoria profesional. La cifra sube aún más cuando se analizan entornos concretos del cine: interpretación, dirección, guion, producción, maquillaje, peluquería, posproducción… ningún departamento está libre de casos.
Tres de cada cinco mujeres han sufrido violencia sexual en su ámbito laboral, y el grupo más afectado es el de entre 40 y 49 años. Comienzan a verse patrones: profesionales jóvenes que no denuncian por miedo a perder oportunidades, actrices que reciben comentarios sexuales en castings, técnicas de sonido acosadas durante rodajes, productoras que soportan insinuaciones en reuniones.
El informe también evidencia la magnitud del silencio: el 92% de las mujeres no denuncia, el 76% está convencida de que los hombres en posiciones de poder abusan con frecuencia de su autoridad y casi el 64% desconoce si existe siquiera un protocolo para actuar ante estas situaciones.
Ante este panorama, Amnistía Internacional ha presentado un paquete de propuestas que considera indispensables para revertir la tendencia. La primera es garantizar que todas las víctimas tengan acceso inmediato a centros de crisis abiertos las 24 horas, con atención psicológica, médica, jurídica y social coordinada. También, reclama intensificar las campañas de prevención para que cualquier persona sepa qué hacer ante una agresión sexual, y que todos los profesionales que atienden a víctimas reciban formación especializada con perspectiva de género.
Por último, pide revisar el funcionamiento de los juzgados de violencia de género, especialmente en casos que involucran a mujeres en situación administrativa irregular, con discapacidad o pertenecientes a minorías racializadas, que suelen tener mayores dificultades para acceder a la justicia.
La violencia sexual, lejos de disminuir, se está transformando, expandiendo y adaptando a nuevos escenarios. Los datos son contundentes, pero lo que cuentan va más allá de las cifras. Miles de mujeres que siguen enfrentándose en solitario; de instituciones que, pese a los avances, no logran responder correctamente; y de un país que todavía lucha por romper el silencio que rodea muchas de estas agresiones.