La organización Patim, experta en combatir adicciones, ha destapado una verdad aterradora: sustancias como el fentanilo, cloretilo, ‘alfa’, ketamina, popper y la engañosa ‘cocaína rosa’. Estas drogas, consumidas como si fueran un juego inofensivo en ambientes recreativos, se mezclan con cocaína y alcohol, formando una ruleta rusa química que está dejando cuerpos y mentes destrozadas. Y lo peor: el 84% de los pacientes de Patim admite haber comenzado este camino siendo menores de edad.
Parece un juego, hasta que deja de ser divertido. Ambientes de fiesta, amigos que meten presión o llegar a la etapa en la que comienzan los problemas... Hay mil razones por las que los jóvenes se inician en el mundo de las drogas. Y, lo peor, en muchos casos no encuentran escapatoria.
En 2024, Patim atendió a 1.329 personas, y el 86,5% de los casos están marcados por el trío infernal: cocaína, alcohol y juego patológico. Pero ahora, estas nuevas sustancias ‘camufladas’ están complicando aún más el panorama, convirtiendo a los adictos en enigmas clínicos casi imposibles de resolver. “No son la razón principal por la que vienen, pero están ahí, agravando todo”, asegura Julio Abad, responsable terapéutico de la comunidad Los Granados. Es hora de abrir los ojos: esto no es una moda pasajera, es una crisis que se nos escapa de las manos.
Las drogas que están matando en silencio
Estas sustancias no llegan con una advertencia en neón; se cuelan en las noches de diversión sin que nadie sospeche su poder destructivo. El desconocimiento y la intensa búsqueda de evasión hacen que muchos jóvenes caigan en las redes de estas peligrosas drogas.
Aquí te contamos qué son y por qué deberías tener cuidado:
- Fentanilo: Un opioide sintético que hace que la heroína parezca un caramelo. Es hasta 100 veces más potente que la morfina y está detrás de miles de sobredosis en Estados Unidos. En España, su bajo precio y su facilidad para mezclarse con otras drogas lo convierten en un asesino sigiloso. Una dosis mal calculada y adiós.
- Cloretilo: Usado como anestésico, este líquido se ha desviado a las calles. Inhalado, promete euforia, pero entrega daños cerebrales irreversibles y una adicción que no suelta. ¿El precio de un subidón? Tu salud mental.
- ‘Alfa’ (Alfa-PVP): Apodada la ‘droga caníbal’, esta pesadilla sintética te convierte en un zombie: alucinaciones, paranoia y episodios de violencia que te ponen en peligro a ti y a los demás. Un viaje del que no siempre se regresa.
- Ketamina: De los quirófanos a las raves, este anestésico veterinario te desconecta de la realidad. Suena divertido hasta que tu respiración se detiene. En dosis altas, es un boleto directo a la morgue.
- Popper: Inhalado para conseguir una mayor excitación sexual, este químico parece inofensivo. Error fatal. Su abuso destroza el sistema nervioso y puede parar tu corazón en seco.
- ‘Cocaína rosa’ (Tusi): No te dejes engañar por su nombre coqueto o su tono rosado. Es un Frankenstein de ketamina, éxtasis y cafeína que promete diversión y entrega caos: efectos impredecibles y un riesgo mortal que no aparece en la invitación a la fiesta.
“La gente las usa sin saber que está jugando con fuego”, advierte Abad. La facilidad para conseguirlas y la falta de conciencia están creando una generación de adictos que ni siquiera saben que lo son.
Cocaína, alcohol y juego: el trío que no falla
El 86,5% de los atendidos por Patim están atrapados en este círculo vicioso. La cocaína, con un aumento del 40% en su consumo en España en la última década, destroza corazones y cerebros. El alcohol, rey de las drogas legales, está en el 78% de las historias de vida rotas.
Y el juego patológico, con deudas que alcanzan los 25.000 euros, empuja a muchos a drogarse para olvidar. “Es el negocio del siglo XXI”, sentencia Carolina de Mingo, asesora jurídica de Patim. ¿El resultado? Vidas en ruinas y familias destrozadas.
Todo parece un juego. Hasta que las deudas amontonadas por las apuestas recaen en la familia. Y se traducen en padres que no saben llegar a fin de mes. Que no pueden contener sus lágrimas. En familiares que no ven salida para el dolor que supone para ellos que sus hijos hayan llegado a esa situación.
Porque los adictos al juego, aunque comiencen con pequeñas cantidades, son capaces de gastarse la pensión de sus padres por seguir alimentando sus adicciones. Son personas que necesitan ayuda para poder liberarse del infierno que supone la adicción.
Menores en la línea de fuego
El dato más escalofriante: el 84% de estos pacientes empezó antes de los 18 años. “Estamos fallando en proteger a nuestros jóvenes”, clama Nerea Martínez, del equipo de la Vivienda de Apoyo al Tratamiento. La normalización de estas sustancias en fiestas y redes sociales los está dejando indefensos. Y las chicas lo tienen aún peor: solo el 27% de los atendidos son mujeres, que llegan tarde, con más daños y menos apoyo. ¿Dónde está la prevención cuando más se necesita?
Salud mental: la otra víctima
La adicción no viene sola. El 36% de los pacientes de Patim tiene un diagnóstico dual: adicción más trastornos mentales. Pero el número real es mayor. Ideación suicida, ansiedad y depresión se entrelazan con las drogas, formando un nudo que pocos pueden desatar. Sin recursos suficientes, el sistema los abandona.
¿Hay salida?
Patim, con 40 años de lucha, sigue siendo un faro en esta tormenta. Pero no basta. “Las adicciones se están normalizando y necesitamos devolverlas a la agenda social”, exige Bartolomé Pérez, director general de Salud Mental y Adicciones. Más prevención para menores, recursos para los mayores y un grito colectivo contra esta epidemia silenciosa. La ‘cocaína rosa’ y el ‘alfa’ no son un juego.