Sergi Olcina es un todoterreno de la radio. Un servidor tuvo la suerte de coincidir con él en una de las etapas en Ràdio 9, y es que la radio es un medio que te enamora. Durante muchos años, Olcina fue la voz de Canal 9, pero también ha conducido numerosos programas en la radio valenciana. Tras el cierre, Sergi se retiró al pueblo donde veranea, Sorita, donde desarrolló una pasión y un talento por el mundo de la ilustración, en el que también se ha hecho un nombre. Ya cuenta con varios cuentos ilustrados, algunos tan especiales como el del Tirisiti o El Principito.
Actualmente, ha estrenado un nuevo programa en la radio autonómica, À Punt, con producción de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias: Amunt i avall. De este nuevo proyecto, de su regreso a las ondas y de la vida en general, hablamos con este polifacético profesional.
¿Cómo te propusieron volver a la radio con el programa El Rall?
Es muy curioso, porque yo estaba retirado, en el pueblo, en Sorita. Un día me llegó un mensaje de la Junta Central Fallera, que me proponía hacer la exaltación de las Falleras Mayores de València 2024. No sé por qué, pero les dije que sí. La exaltación se retransmite por televisión y, a raíz de eso, empezó a sonar el teléfono. Una de esas llamadas fue de À Punt.
Fue a principios de temporada, en el mes de septiembre. Yo me preguntaba cómo sería volver, porque ya había descartado completamente la radio y la tele de mi vida. Pero surgió la oportunidad de presentar El Rall con otra gente de la casa. Con la que ya había coincidido en RTVV... y dije que sí.
¿Cómo viviste el retorno con el primer programa de El Rall?
Primero tuve que familiarizarme con el programa. Nunca lo había escuchado. Y para incorporarnos tuvimos una semana de preproducción. Empezábamos el 2 de septiembre, pero entramos el 26 de agosto. Volver al centro de producciones de Burjassot fue muy agradable, pero a la vez muy extraño, porque yo había trabajado mucho allí en la etapa de Canal 9. Casi toda la vida. La radio antes estaba en Blasco Ibáñez, y yo siempre hacía la ruta entre Burjassot y la radio.
Cuando entré al edificio y vi lo que quedaba de lo que había sido... me faltaba la gente, me faltaba el movimiento. Era como volver a casa, pero faltándole el alma. Pero el día que entramos en antena, fue como siempre: súper normal, como si no hubiera pasado el tiempo. Es curioso.
El Rall, que duraba dos horas, se me pasó en diez minutos. Tuve la suerte de tener en la casa a gente como Asun Hernández, con la que ya había trabajado, a Javi Doménech, que dirigía, o a Lucía Nadal, que aunque ya había trabajado en la radio, nunca habíamos coincidido, pero es fantástica. O algunos técnicos de la casa, como Òscar Pellicer, José Navas o Mª José Collada, que me hicieron sentir de nuevo como en casa. ¡Y todo el equipo con el que trabajo ahora como Marina, Mireia, Mar, Lorena, Abril y Ruth!! Que es lo mejor que le podría pasar a alguien. Estoy que no me lo creo con estas personas.l y Ruth!!! Que se lo mejor que le podría pasar a alguien. Estoy que no me lo acabo con estas personas.
Ahora has estrenado Amunt i Avall. ¿Cómo te llegó el reto de hacer el matinal?
Me comentaron que había cambios y me preguntaron si quería hacer el programa de la mañana. Era ampliar El Rall, que duraba dos horas. Me pareció bien, porque El Rall era muy municipalista, muy local, y eso, en cierta manera, lo limitaba. Con Amunt i avall se abrían posibilidades y se convertía en un magazín que unía ese espíritu local con otras temáticas más amplias.
Además, las dos horas se me quedaban cortas. Para mí, era como si fueran diez minutos. Y no me lo pensé. Ya sabes cómo soy, me va la marcha.
Amunt i Avall está producido por la Federación Valenciana de Municipios y Provincias. ¿Cómo funciona esto?
La Federación, dentro de su papel como organismo público, tiene un acuerdo con la Radiotelevisión Valenciana. Eso les permite canalizar el programa, por su temática, que se produce en las instalaciones de À Punt, pero con producción a cargo de la Federación. De ahí viene también su carácter municipalista, local y cercano.
¿Cómo han sido las primeras semanas? Cómo ha reaccionado la audiencia?
Ahora no es como antes. Cuando se cerró Canal 9 y se creó À Punt, estábamos en plena revolución digital. Antes dependíamos mucho de los oyentes, de las llamadas telefónicas. Ahora las redes sociales tienen mucho peso. Incluso parece que un perfil o una aplicación sea más importante que el programa en sí.
Aun así, la gente te conoce, te reconoce por la voz. Sabe quién eres, sabe qué programa haces, y todo queda mucho más vinculado.
Durante muchos años fuiste también la voz de Canal 9. ¿Te has planteado alguna vez dedicarte al doblaje?
Sí, pero el doblaje es un mundo súper cerrado. No dejan entrar ni al tato. He llegado a ir de la mano de algunos propietarios de estudios, pero nada; está muy complicado acceder.
Cuando se cerró la ràdiotelevisió valenciana, te reinventaste. ¿Qué hiciste?
Decidí estudiar técnico veterinario, porque siempre me han gustado mucho los animales. Siempre he tenido perros y gatos. Lo estudié en la Universidad Católica, hice las prácticas y todo fue muy bien. Lo que pasa es que, claro, cuando eres el mayor del grupo en las prácticas, es un poco bizarro.
Ahora sé muchas cosas sobre mis animales y la gente me llama para preguntarme. Un día me dio por dibujar a mi perro, que ya había fallecido. La gente se quedó boquiabierta. Me empezaron a pedir dibujos de animales —la mayoría ya habían muerto— y empecé a recibir encargos. A la vez, compré una papelería en Ruzafa. Me ponía a dibujar en el escaparate. He enviado perros dibujados a Abu Dhabi, Grecia, Alemania, etc.
Y de aquí, pasaste a ilustrar cuentos infantiles. ¿Cómo fue?
Una amiga cuentacuentos me contactó porque tenía un personaje de bruja y quería que lo dibujara. El libro funcionó muy bien, vino otro, y otro... Conocí a Jordi Raül Verdú, también escritor, e incluso hice un libro ilustrado del Tirisiti, que llegó a ser regalo de Navidad de la Generalitat.
Ahora he hecho otro sobre la Navidad de Alcoy, e incluso mi sobrina tiene reseñas en el temario de la facultad con ilustraciones mías. ¡Es muy emocionante!
¿Y cómo ha sido la vuelta del pueblo a la ciudad? Cuando te llaman de El Rall y te ha tocado volver.
Sí, claro. Volver a la ciudad... a la jungla. Pero me siento como la primera vez. Es como si volviera a empezar, readaptándome. ¡Me estreso enseguida! La diferencia es que ahora ya conozco el terreno, pero todo es nuevo a la vez. Es como volver a salir al mundo otra vez.
¿Qué es el que más te gusta de la radio?
¡Uf, muchas cosas! Las situaciones improvisadas, cuando suceden cosas imprevisibles. O a nivel personal, por ejemplo, una historia muy fuerte que viví en primera persona. Mis padres fallecieron muy jóvenes y no sabíamos que teníamos más familia. Un día, mi hermano recibió una carta de un hombre que decía que era hermano de mi madre. Yo no me lo creía. Pero tres días después, llegó una carta a la radio dirigida a mí, de una mujer que decía lo mismo. La llamé y resulta que sí, que ese hombre era nuestro tío, que se había marchado a Francia hacía 40 años. Él tenía la partida de nacimiento de mi madre.
Habían sabido que ella ya no vivía, pero quisieron seguir buscándonos. Y de repente, aparecieron una tía en Francia, otro que había regresado, otra en Toledo... ¡y un montón de primos y familiares! Todo muy fuerte. Con unas coincidencias y descubrimientos genéticos impresionantes. Una experiencia única.