Hace 90 años, el 28 de enero de 1928, la vida de una persona muy importante para València y para el pensamiento de los siglos XIX y XX se apagó. Pero, nunca lo hicieron sus ideas y pensamientos, su forma de hacer política o su literatura. Blasco Ibáñez dejó una gran huella en la historia y la identidad de los valencianos y las valencianas y hoy su figura está más presente que nunca.
Vicente Blasco Ibáñez nació en València el 29 de enero de 1867 y a lo largo de sus casi 61 años cumplió su deseo, ser escritor y revolucionario, según el historiador Ramiro Reig. Constantí Llombart (València, 1848-1893), escritor, periodista y activista cultural clave de la Renaixença valenciana, de hecho, fue clave en su formación crítica.
Y es que siguió las líneas de Llombart, que lo convenció para lanzarse en el mundo de la literatura en catalán. En su juventud, colaboró en el almanaque de Lo Rat-Penat con algunos textos en valenciano, en medio de la Renaixença, pero finalmente se inclinó por el castellano tanto en la literatura como en el periodismo, aunque estudió Derecho.
En cuanto a la política, también fue una figura de gran trascendencia. Desde joven, era republicano y anticlerical y asistió a las reuniones del Partido Republicano Federal, donde el público encontró en él una gran capacidad de oratoria y persuasión capaz de movilizar a la gente. De hecho, después de volver de su exilio a París (1890-1891), en 1905 se convirtió en el político más popular de València, con mítines por todos los barrios y artículos diarios para los periódicos defendiendo su ideología.
Entre 1898 y 1907 consiguió ser diputado en el Congreso con la Unión Republicana y en 1909 formó un partido independiente, el Partido de Unión Republicana Autonomista (PURA). Además, consiguió gran trascendencia gracias al periódico que fundó en 1894, El Pueblo, órgano oficial del blasquismo (es decir, de la defensa de las dos líneas principales de Blasco Ibáñez: republicanismo y anticlericalismo) que se convirtió en una de las cabeceras más leídas de la ciudad hasta el final de la Guerra Civil. Desde este medio centró su oposición en el gobierno de la Restauración de Alfonso XII.
Vicente Blasco Ibáñez fue encarcelado tres veces por su movilización contra la Iglesia, el Gobierno y la monarquía y, una vez dejó a un lado la política, recorrió países como Argentina o París para participar en actas como invitado por su sabiduría y escribió sus obras literarias y reportajes más conocidos. Finalmente, un día antes de cumplir los 61 años, murió a causa de una neumonía en Menton (Francia) y sus restos fueron trasladadas a València, después de proclamarse la Segunda República, donde la ciudadanía las recibió en una procesión cívica.
Hoy, su villa de la Playa de la Malvarrosa mantiene vive su legado, convertida en Casa-Museo. De este modo, se ha convertido en un espacio que acoge conferencias, charlas, exposiciones y actividades para hacer culto al "pensador más universal que ha tenido la ciudad de Valencia en los siglos XIX y XX", según el alcalde de la capital valenciana, Joan Ribó.
"Estamos muy contentos de haber llegado a un acuerdo con la Fundación porque su legado se quede en la ciudad y, sobre todo, para divulgar la obra del pensador", valoró el edil, puesto que, para él, "es imprescindible para la ciudad y toda la Comunidad Valenciana".