Aurora García Agud fue una estudiante brillante: con una nota excelente en la selectividad y el Grado Profesional de Piano por el Conservatorio Profesional de Música de València, todo parecía indicar que seguiría un camino más “seguro”. Pero escogió el teatro, y con él, la incertidumbre y la pasión de una vocación que la había acompañado desde siempre sin que ella lo supiera. Obras como After·Sun, Esto ya no es el banquete, A-fràgil, El fin de la historia y Última lluna de Mercucio Montesc llevaron a la Asociación de Actores y Actrices Profesionales Valencianos a otorgarle, el pasado 3 de junio, el Premio Crisálide a Actriz Revelación, un reconocimiento a una trayectoria que apenas comienza, pero que ya apunta maneras. Hablamos con ella sobre el prejuicio de elegir el riesgo teniendo alternativas, la fragilidad del sector, el proyecto musical Ara Neva y la necesidad de encontrar sentido incluso en los vacíos.
Acabas de ganar el Premio 'Crisàlide' a Actriz Revelación. ¿Esperabas recibirlo o fue una sorpresa para ti?
Pues la verdad es que fue una sorpresa. En este oficio es muy difícil sentirse merecedora de un premio, porque siempre tienes la sensación de que el trabajo que estás haciendo puede ser el último. Cuesta mucho creerte plenamente actriz, como si esto fuera a durar para siempre.
Ahora bien, cuando vi los trabajos con los que estaba nominada e hice un poco de balance de los últimos dos o tres años, sí que pensé: "Ostras, pues he trabajado". He hecho proyectos que tienen sentido con el camino que quería hacer, y dentro de las dificultades, no han sido pocos.
También es cierto que este año el premio consideraba trabajos desde 2023, y justamente aquel año trabajé mucho, tanto en proyectos nuevos como en otros que venían de 2022 y continuaron en gira. Y esto me hizo sentir muy agradecida, porque, aunque aún me cuesta creerme merecedora, sí que vi que aquel deseo que tenía cuando estudiaba e imaginaba quién quería ser se estaba convirtiendo en toda una realidad.
Hablando sobre este premio de la Asociación de Actores y Actrices Profesionales Valencianos, ¿cuáles crees que han sido tus puntos fuertes como intérprete para que la entidad decidiera reconocerte con este galardón?
Creo que uno de mis puntos fuertes es que soy una persona muy trabajadora. Siempre he querido hacer las cosas bien y esto me ha llevado a implicarme hasta el final en todos los proyectos donde he estado, sin dar nunca por terminado un trabajo. No dejo de hacerme preguntas sobre lo que estamos haciendo o sobre qué le está pasando al personaje. Y creo que esa búsqueda constante es muy valiosa para una intérprete.
También siento que me ha ayudado mucho el hecho de no limitarme solo a una disciplina. Vengo de la música, del piano, pero también me interesa mucho el movimiento, la danza, tocar otros instrumentos... Y todo esto me da una mirada escénica más amplia que, de alguna manera, creo que se refleja en mi manera de trabajar.
El piano, la música, la ambientación, la teatralización… ¿Crees que esta combinación de disciplinas es una de tus virtudes como artista?
Creo que sí, que el hecho de venir de diferentes disciplinas me ha ayudado mucho a desarrollarme y a entender que el teatro no es un único campo cerrado. Hay muchas formas y lenguajes para expresarse dentro del mismo género. A veces pensamos que el teatro está ligado solo al texto, a los personajes... pero la realidad, sobre todo en el teatro contemporáneo, es mucho más rica y diversa.
Sí, tengo una rutina que, aunque no es siempre exactamente igual, sí que me resulta fundamental. Siempre necesito tener un momento para mí antes de comenzar, un espacio de calma y de vacío, donde no tenga que hacer nada. Es como una transición entre haberlo preparado todo y salir a escena. Ese momento me ayuda a centrarme, a bajar un poco el ritmo y a imaginar todo lo que está a punto de pasar.
También tengo una manera de prepararme que viene del mundo del piano. Cuando estudiaba, mi profesor me decía que la noche antes imaginara toda la pieza, paso a paso, como si ya estuviera en el escenario. Y ahora hago una cosa muy parecida con los textos: los repaso mentalmente, me sitúo en el espacio, visualizo las acciones y las palabras clave. Esto me da mucha seguridad.
"El teatro no es un único campo cerrado. Hay muchas formas y lenguajes para expresarse dentro del mismo género"
¿Cómo ves realmente el panorama actual de la interpretación? ¿Cuál es, en tu opinión, el estado del sector hoy en día?
El panorama es muy crudo, porque es muy difícil encontrar trabajo, y especialmente trabajo que sea sostenible económicamente. Puedes hacer muchos proyectos, tanto autogestionados como colectivos, pero que esto te permita vivir es casi imposible. Yo he tenido suerte este último año, pero no es nada fácil acceder a proyectos que te permitan dedicarte solo a interpretar o hacer música, sin tener que asumir también producción, comunicación u otras tareas.
Ahora hay mucha gente joven que quiere crear, no solo actuar, y esto es muy positivo, pero también hace que haya una gran demanda para una oferta muy limitada de espacios de ensayo, residencias o lugares donde estrenar. E incluso en condiciones precarias, acceder a ellos es complicado.
Al final, el sector se mantiene, muy a menudo, gracias a personas que, después de años de precariedad, han podido crear estructuras un poco más sólidas y ofrecen trabajos con condiciones dignas. Pero sigue siendo muy difícil consolidar una carrera estable solo con la interpretación.
Sacaste una nota excelente en la selectividad y tienes el Grado Profesional de Piano por el Conservatorio Profesional de Música de València… ¿Qué te llevó a dejar ese camino y adentrarte en el mundo del teatro?
Siempre había pensado que la decisión la tomé en el bachillerato, cuando me apunté a teatro como extraescolar y descubrí que me apasionaba. Pero hace poco encontré un diario antiguo, de cuando tenía trece años, donde ya escribía que mi sueño era ser actriz. Fue un descubrimiento muy revelador. Me di cuenta de que este deseo venía de mucho más lejos de lo que recordaba. Supongo que era una intuición que siempre había estado conmigo y que, cuando llegó el momento de elegir, se impuso sola. No era tanto una decisión como una evidencia: quería hacer aquello que me hace realmente feliz.
¿Qué piensas del prejuicio, aún bastante arraigado, que dice que las personas con expedientes brillantes no deberían dedicarse al teatro o a disciplinas artísticas?
Creo que es un prejuicio muy injusto y anticuado. Yo hice el bachillerato científico y, durante mucho tiempo, pensaba que tenía que ir hacia una carrera como Biología o Medicina por el hecho de haber sacado buenas notas. Pero ahora sé que la inteligencia o el rendimiento académico no tienen por qué estar reñidos con una vocación artística. Al contrario, creo que la cultura, el arte y el pensamiento crítico también necesitan personas rigurosas y con ganas de explorar en profundidad. Elegir el teatro no fue ninguna renuncia, sino una manera diferente de canalizar aquello que soy.
Creo que la cultura, el arte y el pensamiento crítico también necesitan personas rigurosas y con ganas de explorar en profundidad
Viniendo del bachillerato científico, ¿qué aptitudes y conocimientos de este campo has podido aplicar a la teatralización?
Ahora me estoy dando cuenta de que toda aquella etapa me ha dejado herramientas que utilizo muy a menudo. Por ejemplo, tengo una memoria visual y espacial muy precisa, que me permite recordar la estructura completa de una pieza: lo que pasa en escena, lo que pasa entre bastidores, los ritmos, los detalles... Y también una manera muy metódica de trabajar, que creo que me viene de ese entrenamiento más científico. La manera de analizar, de observar con atención y de mantener la concentración son cosas que también me sirven mucho como actriz.
Has puesto en marcha un nuevo proyecto musical, Ara Neva. ¿De dónde nace esta propuesta y qué te ha inspirado a crearla?
Ara Neva nace del deseo de crear música desde un lugar compartido y experimental. Somos tres personas -Pau, Mario y yo- que hace cerca de dos años coincidimos en un momento vital muy parecido, con muchas ganas de explorar la música electrónica y de formar una banda. Ninguno de nosotros tenía una gran experiencia en este mundo, pero justamente esto nos unió y nos hizo crecer juntos.
Yo vengo de la música clásica, del piano, pero siempre había querido ir más allá y experimentar con otros géneros. Ahora tenemos dos temas publicados y estamos preparando un EP. Lo estamos haciendo con mucha calma pero con mucha ilusión, y también aprendiendo qué implica formar parte del mundo de la música desde una perspectiva más profesional. Es un proyecto que me estimula mucho y que estamos desarrollando entre València y Madrid.
¿Qué proyectos tienes a la vista para los próximos meses? ¿Nos puedes adelantar algo?
Pues, justo ahora, estoy viviendo un contraste muy grande. Este verano no tengo ningún trabajo y esto me genera mucha frustración, porque es difícil aceptar el vacío en una profesión tan inestable. Pero en septiembre, todo se acelera: estrenamos una pieza propia, El Tembleque, en el festival Surge Madrid, en una sala que me encanta, Rèplica. Es un proyecto muy especial que llevamos trabajando desde hace un año y medio con Iván Mozetich, y me hace mucha ilusión verlo tomar forma.
También estoy implicada en un proyecto con Eva Mir que estrenaremos en la Nave 10 Matadero, también en Madrid. Dos proyectos muy diferentes pero muy estimulantes, que vienen después de un proceso largo e intenso. Estoy muy agradecida a los espacios de València que nos han acompañado, como Artea LAB y El Consulado. Ahora el reto es aprender a vivir mejor tanto los momentos de pausa como los de abundancia, y entender que todo forma parte del mismo camino.