Cultura

Atreverse a más: el IVAM abre la puerta a la Valencia que desobedeció al sorollismo

Una investigación inédita reúne más de 200 obras y desvela cómo colectivos como el Grupo Z, Los 7 y Parpalló impulsaron la modernidad artística en una Valencia aún marcada por la posguerra

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Exposición Atreverse a más - IVAM © Miguel Lorenzo

El IVAM inaugura este 20 de noviembre una exposición con una amplitud inédita, la historia de una generación de pioneros que se rebeló contra el academicismo sorollista y que, a finales de los años 40 y durante toda la década de los 50, abrió un camino inesperado hacia la modernización artística. Atreverse a más. València antes del arte normativo. 1947-1960 es mucho más que una exposición: es una investigación de largo recorrido —“una labor de dos años, pero que hunde sus raíces en una idea surgida hace más de una década”, señaló Blanca de la Torre— que devuelve la mirada a un periodo injustamente considerado “tierra yerma”, cuando en realidad bullía una intensa vida creativa.

Con más de 200 obras, muchas de ellas inéditas y rescatadas de colecciones privadas valencianas —incluido un inesperado hallazgo de última hora procedente del Colegio El Pilar— la muestra reconstruye el mapa humano, intelectual y estético de una generación que decidió, literalmente, “atreverse a más”. La muestra podrá verse en el IVAM hasta el 1 de febrero.

La brecha contra el sorollismo: Grupo Z y grupo los 7

Los comisarios Nacho París y Joan Ramon Escrivà insisten en que la historia del arte valenciano no puede entenderse sin estos estudiantes agrupados en colectivos combativos que se enfrentaron a lo que París llamó “el academicismo absurdo de orientación sorollista” imperante en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos.

En la primera sala, dedicada al Grupo Z (1947-1950) y al Grupo Los 7 (1949-1954), se muestra la génesis de esta contestación: jóvenes que colgaban papel continuo en librerías para improvisar exposiciones, que realizaban hasta veinte muestras en apenas tres años, y que reflexionaban sobre la función del artista en una sociedad sometida. Retratos, autorretratos y una pintura aún figurativa pero ya inquieta revelan esa necesidad urgente de “pensar la función del arte” y defender la autonomía del creador frente al academicismo.

La renovación de las artes de la iglesia

Uno de los capítulos más sorprendentes de la exposición es la recuperación del papel que tuvo el arte sacro como vehículo de modernización en los años 50. Escrivà subraya que la Iglesia, inmersa en un “nuevo espíritu de redención” tras la devastación de las guerras mundiales, necesitaba adaptarse a los cambios sociales y estéticos.

Ese proceso cristalizó en iglesias como San Francisco de Asís en Oliva, la parroquia de San Nicolás de Bari en el Grao de Gandía —con su magnífico mosaico de Nassio Bayarri— o la Virgen del Remedio en València, donde convergen Michavila, Bayarri y Esteve Edo. Espacios que revelan otra modernidad posible: la de arquitectos y artistas colaborando bajo la premisa de la integración de las artes.

El sacerdote y crítico Alfons Roig emerge como figura clave. “Gran defensor de Kandinsky”, fue puente entre espiritualidad y vanguardia, un adelantado en un tiempo aún reticente a la abstracción.

 

Exposición Atreverse a más © Miguel Lorenzo IVAM

Muralismo, arquitectura del ocio y los años del crecimiento

La exposición aborda también los años de cambio urbanístico y económico: las inundaciones del 49 y el 57, el despegue del transporte, la llegada del turismo de sol y playa y la aparición de hoteles racionalistas como el Recatí o el Bayrén, que inauguraron la arquitectura del ocio.

Los artistas de esta generación se volcaron en el muralismo, reivindicando la idea de una cultura pública: desde los murales de Manuel Baeza en El Postiguet hasta los bocetos de Manolo Gil para la Universidad Laboral de Tarragona o la intervención de Jacinta Gil en el Instituto de Estudios Norteamericanos.
 

Entre la abstracción y la figuración: el debate maniqueo

La muestra dedica otra sala a un debate candente de la época: abstracción versus figuración. “Fue una separación profundamente maniquea”, comentan los comisarios. En un contexto marcado por la Guerra Fría y por las tensiones culturales internacionales, la abstracción se convirtió en símbolo de libertad creadora; la figuración, para algunos, en ancla necesaria a lo humano.

La exposición muestra cómo, en realidad, la práctica artística valenciana fue mucho más híbrida y compleja, llena de continuidades y no tanto de rupturas.

Grupo parpalló: El impulso definitivo hacia la modernidad

La última sala está dedicada a la irrupción del Grupo Parpalló (1956-1961), considerado por París “el intento más importante de modernización artística en València”. Un colectivo heterogéneo, con pintores, escultores, críticos, arquitectos e interioristas, que impulsó el llamado arte normativo y consolidó una abstracción analítica, rigurosa e internacional.

Un cierre que, más que final, actúa como punto de arranque: el momento en que la creación valenciana se reconoce parte de un diálogo global.
 

Exposición Atreverse a más © Miguel Lorenzo IVAM