Manises, reconocida como Ciudad Creativa de la UNESCO, celebrará el próximo sábado 27 de septiembre la cuarta edición de Ceràmica Oberta, una jornada de puertas abiertas que llenará la ciudad de visitas, talleres y demostraciones. En esta entrevista, Xavier Morant, concejal de Cultura y Promoción de la Cerámica, explica cómo el evento busca reforzar el carácter comercial del sector y, al mismo tiempo, mantener viva una tradición que sigue siendo clave en la identidad cultural y económica de la ciudad.
Ceràmica Oberta lleva ya varias ediciones en marcha. ¿Cómo surgió la iniciativa?
Desde 2017 comenzamos con una experiencia llamada Portes Obertes, en la cual los talleres de cerámica abrían sus puertas al público. Más adelante la propuesta evolucionó en Ceràmica Oberta. Como yo también llevo la concejalía de Comercio y Mercados, quise darle un carácter más comercial: que la gente no viniera solo a participar en talleres o actividades, sino que tuviera claro que podía comprar directamente en los talleres. El sector se ha reducido mucho en los últimos años, pero los talleres que quedan son de gran calidad, y esta jornada les permite hacer negocio.
¿Qué balance hace de estas ediciones?
Muy positivo. Es cierto que para los ceramistas no siempre es fácil abrir en fin de semana, pero la participación ha sido muy buena y prácticamente todos los talleres se han sumado. El formato es casi idéntico cada año, porque funciona: transporte gratuito con el tren turístico, talleres demostrativos y participativos, visitas y, sobre todo, la oportunidad de comprar. Esa parte comercial es la que lo diferencia de otras celebraciones, como la Festa de la Ceràmica, más enfocada en lo lúdico y familiar.
¿Cuáles son las principales novedades respecto a ediciones anteriores?
No hemos modificado mucho el formato, porque ha funcionado. Sí que hemos aprendido de la experiencia: antes intentamos organizar una cena conjunta al terminar, pero resultaba complicado. Ahora nos centramos en lo esencial: visitas, actividades y compras. Los artesanos están contentos, y al final son ellos quienes determinan si la fórmula funciona.
Usted fue presidente de la Asociación Española y de la Europea de Ciudades de la Cerámica. ¿Podría exportarse este modelo?
La Asociación sirve precisamente como foro de intercambio de ideas. En Italia, por ejemplo, nació Buongiorno Ceramica, que después adoptamos en España. Creo que Ceràmica Oberta también puede presentarse como un modelo interesante en la próxima asamblea, porque tiene una respuesta muy positiva. Al final se trata de compartir experiencias y dar apoyo al sector desde las administraciones públicas.
En Manises conviven tradición artesanal e industria. ¿Cómo se articula esta relación?
Hoy en día la mayor parte del sector son pymes, industrias muy pequeñas que rozan lo artesanal o semiindustrial. Ya no existen aquellas fábricas con decenas de trabajadores y producción en serie. Eso ha desaparecido. Lo que queda es un sector más reducido, pero con mucho valor añadido.
¿Por qué cree que desapareció la industria tal como era?
Hay muchas razones: cambios en el consumo, en las modas, la aparición de nuevos materiales, la competencia de los productos orientales… También ha cambiado la percepción de las nuevas generaciones: la cerámica ya no se ve tanto como una forma de vida profesional, sino más como una vía artística u ocio. Aun así, ahora estamos en un buen momento para la artesanía, porque la cerámica se está revalorizando y atrae a público joven y familiar.
Manises es Ciudad Creativa de la UNESCO. ¿Cómo refuerza este distintivo eventos como Ceràmica Oberta?
Refuerza la imagen global de Manises. Desde la Edad Media, la ciudad ha sido una marca reconocida en el mundo cerámico. La distinción de la UNESCO supone prestigio, pero también compromiso: hay que demostrar cada año que seguimos generando proyectos y actividades que mantienen viva esa acreditación. No es un título decorativo, es una responsabilidad.
¿Cuál sería su invitación personal al público para esta edición?
Que vengan a disfrutar. Es un día muy agradable, con un ambiente magnífico. Se puede visitar, ver y comprar en los talleres, pero también aprender técnicas tradicionales de primera mano, probarlas y vivir la experiencia. Manises es un lugar acogedor, y estoy seguro de que quien nos visite se llevará un gran recuerdo.