Opinión

Ribó es pura involución

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La estrategia de Joan Ribó para Valencia finalizó cuando alcanzó la vara de mando gracias a la complacencia de los socialistas y el sustento de la marca municipal de Podemos. Ese mismo día la ciudad perdió el camino de evolución que fijó el Partido Popular durante sus dos décadas al frente del Gobierno municipal y se adentró en una involución que el tripartito impulsa desde las áreas de gestión del Consistorio.

Uno diría que –después de tantos años en tareas de oposición– Ribó y sus ahora socios de gobierno llegarían con algo de imaginación al poder. Fue un error siquiera pensarlo. Después de analizar su devenir en la primera mitad de la legislatura se llega a la conclusión de que la ciudad está en las peores manos posibles.

La suciedad de las calles ha ido en aumento y ha provocado un aluvión de críticas de los vecinos. Las tareas de mantenimiento de imbornales, alcantarillado y poda de árboles ha llegado tarde y no ha servido de prevención para los efectos de los episodios de lluvias que ha registrado la ciudad. Es una tarea que no te brinda titulares pero sí evita inundaciones y molestias a los valencianos y claro está que Ribó y sus compañeros de viaje no están capacitados para desempeñarla.

El concejal de Movilidad, Giuseppe Grezzi, ha provocado un caos circulatorio permanente en Valencia y actúa desde el despotismo y la falta de diálogo. Es el representante más genuino del autoritarismo de los "nuevos" gobernantes. Ese sello ha quedado plasmado en la gestión del actual Ayuntamiento que no ha frenado el aumento del desempleo juvenil nitampoco ha evitado la fuga de inversores nacionales y extranjeros.

Todo va en perjuicio de los valencianos y desde el PP luchamos para recuperar estándares democráticos y de gestión aceptables. Compromís, PSPV y Podemos, lejos de solucionar problemas se han empeñado en crear otros que no existían y, lo que es peor, están rompiendo estructuras sólidas de convivencia ciudadana por el mero hecho de aplicar un sectarismo ideológico impropio de quien debe gobernar para todos.

Cambiar el nombre de la ciudad marginando a una lengua cooficial como es el español y retorciendo las normas del valenciano para aplicarle el acento abierto al topónimo de la capital del Turia no es una demanda social. Como tampoco lo era que se realizara una cabalgata alternativa a la de los Reyes Magos, ni sacar a la Real Senyera de la Catedral en la celebración del 9 d'Octubre y mucho menos prohibir los toques de las campanas de las iglesias. Son muestras de incapacidad que no mejoran con el paso del tiempo sino que tienden a empeorar. Queda media legislatura y con estos dirigentes, como vecino de Valencia, me parece todo un mundo. Devolveremos la dignidad a las instituciones más pronto que tarde.

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