Opinión

No todo vale: el odio en las redes

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Las últimas cifras que conocemos sobre los delitos de odio son de 2016. Se incrementaron un 147% respecto al año anterior. El incremento es enorme, pero a mí no me llama la atención después de leer en las redes los comentarios de algunos osados.

Es cierto que esta estadística no es específica sobre redes sociales; pero si atendemos aotra gráfica del Ministerio del Interior del mismo periodo sobre cibercriminalidad, se clarifica mucho la gravedad del asunto: en 2016 se registraron 11.500 amenazas y coacciones a través de internet, 2.500 más que en 2013.

El aumento ha sido paulatino año tras año. Y mucho me temo que seguirá ese ritmo.Algunos no se lo piensan dos veces, creen que pueden decir lo primero que se les pasa por la cabeza. La mala educación y el insulto están a la orden del día. Estaría bien que antes de teclear una palabra malsonante contra alguien se preguntaran si les gustaría que se la propinasen a ellos o a una persona a la que quieren.

Pero qué pasa cuando de la chabacanería se pasa al odio. Hay límites que no se pueden tolerar. Por eso, el código penal tipifica como delito ciertos comportamientos: “Serán castigados con una pena de prisión de uno a cuatro años y multa de seis a doce meses quienes públicamente fomenten, promuevan o inciten al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo, una parte del mismo o una persona por razón de pertenecer a ese grupo”.

Este artículo ya se ha aplicado en sentencias ejemplares que condenan con prisión a personajes que escriben en su twitter cosas como: “Y 2015 finalizará con 56 asesinadas, no es una buena marca pero se hizo lo que se pudo, a ver si en 2016 doblamos esa cifra, gracias”.

Uno de los últimos casos que está en manos de la justicia ha sido el de Inés Arrimadas. La líder catalana de Ciudadanos sufrió el ataque de una mujer que le deseó una violación en grupo. Que alguien quiera ese daño para otro ser humano y que, encima sea una mujer, es insoportable. Por eso, Arrimadas recibió un apoyo unánime y la autora perdió su puesto de trabajo. Los jueces decidirán.

Las diferencias ideológicas se han de expresar de otra manera. Desear a un igual la muerte, un trato vejatorio, una enfermedad…es un hecho despreciable e inaguantable.Incluso cuando no es por ideología, raza, sexo, etc. Incluso si te desean la muerte por haber hecho una paella con chorizo. Es lo que le pasó al cocinerobritánico Jamie Oliver ¿En serio? Me abstengo de opinar más allá de la condena al ataque sufrido por Oliver. ¡Alucino!

En definitiva, las redes tienen un peligroso doble filo que hay que atajar con la ley. Cualquier ataque que nos parezca constitutivo de delito se ha denunciar en los tribunales. La justicia debe tener constancia de este tipo de conductas y, si procede, castigarlas. Solo así evitaremos que las redes se convierten en trampolines para lanzar todo tipo de insultos y amenazas incontrolables.

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