Opinión

Comprar vs ir de compras

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Acabado de estrenar marzo, poco importa que la primavera deba esperar a la fiesta grande de Valencia para hacer su aparición. Tras las últimas lluvias, la maravillosa luz mediterránea nos despierta del letargo. Con esa energía, nada mejor que ir de compras... que no es lo mismo que comprar.

Desde la Dirección General de Comercio y la Consellería de Industria se ha estado mareando la perdiz con el tema de los horarios hasta el hartazgo, y mientras, no se ha tomado ninguna medida para fomentar la venta presencial en las propias tiendas. Porque lo importante ahora, no es qué día de la semana compras; lo importante es que, para no matar el comercio de las calles de nuestros pueblos y ciudades, la gente no debe perder la costumbre de "ir de compras".

Las tiendas, junto con los bares, son lo que da vida a las calles. Debemos volver a poner de moda el ir de compras, porque ese gesto invita a convertir las calles en un lugar de encuentro ciudadano. Disfrutamos del aire libre, interactuamos con extraños y conocidos, y le damos una oportunidad al fomento de las relaciones sociales.

¿Cuántas veces escuchamos que hay que apoyar al comercio? Yo lo escucho continuamente. Se lo he escuchado al conseller Climent y al Director Natxo Costa, pero no he visto un gesto encaminado a ayudarlo realmente. Apoyar al comercio conlleva promocionar el Comercio Urbano, hacerlo más competitivo y más rentable y esto pasa por algo tan obvio como incrementar sus ventas. Y para incrementarlas, ¿Alguien piensa que obligando a cerrar los domingos vamos a hacer que la gente vaya al pequeño comercio entre semana? Las personas que necesitan comprar un domingo y encuentran el comercio cerrado, van a solucionar su problema comprando a través de alguna plataforma. Y eso es muy peligroso porque, poco a poco, el usuario se va acostumbrando y sustituyendo la compra presencial por la compra a distancia, sea el día de la semana que sea.

Obviamente, no hay que demonizar el e-commerce, el cual nos brinda ventajas indiscutibles, y que debemos aprovechar. Tampoco el turismo comercial ni las compras en grandes centros, que son un estímulo para nuestros sentidos. Pero no olvidemos el comercio con mayúsculas, que es justamente el pequeño comercio, la seña de identidad por excelencia en nuestros barrios, pueblos y ciudades.

Afortunadamente, desde muchas asociaciones y confederaciones de comercio, ya se han dado cuenta de la importancia de fomentar los valores que implican realizar el acto de compra en este tipo de comercio, poniendo en marcha extraordinarias campañas de concienciación, que necesitan el apoyo colectivo para ofrecer un servicio mejor.

El comercio de proximidad encarna y representa la lucha por la supervivencia de los valores de las tiendas de barrio, y apostar por ellas es hacerlo por la economía local, el servicio personalizado, la empresa familiar y las ciudades vivas.

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