El Efecto Voro: ¿Por qué creer en él?

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Cada vez que Voro ha tomado el equipo, siempre de manera breve, el Valencia ha cambiado su actitud en el campo de juego. De hecho, antes de la victoria ante el Espanyol, la última vez que el equipo ganó en Mestalla fue contra el Alavés en septiembre pasado, con el de Alcudia en el banquillo.

¿Qué convierte al entrenador en un factor importante al momento de hacerse cargo del plantel? ¿Cuáles son las evidencias del Efecto Voro? Eso nos preguntamos y eso intentamos dilucidar.

Credibilidad.- En su condición de delegado valencianista, Voro llama la atención a los jugadores que dirige y estos reconocen en él una cara conocida y respetable en el club. Otorga confianza y credibilidad a quien lo mire, incluyendo a la afición.

Fidelidad a las posiciones.- El domingo se vio en Mestalla a un conjunto compacto y muy ordenado. En los primeros minutos, cuando se asediaba al Espanyol, Nani no se movía de su lugar, al igual que Enzo y el propio Santi Mina, atento a marcar un gol. Cuando pasó el buen momento, se replegaron atrás y cada uno conservó su puesto en el campo muy fielmente.

Estímulo para la afición.- Antes del partido contra los catalanes, el entrenador anunció en rueda de prensa que quería el apoyo de todos, pero también de la afición. Esto convirtió a Mestalla en un solo círculo cerrado de colaboración y solidaridad. Un punto de inflexión importante.

Menos ansiedad.- Fueron los últimos minutos los que más sufrió el Valencia. El equipo de Quique quería el empate, pero los jugadores blanquinegros no lo permitieron cumpliendo todos los factores anteriores y solidarizando para no sufrirlo. Misión cumplida.

Fe en los canteranos.- Voro, si se caracteriza por algo, es porque en los partidos que dirige da fe a jóvenes que saben lo que es el club y que sin duda sentirán la camiseta. Lato, Rafa Mir e incluso Javi Jiménez obtuvieron su apoyo. Pero entre todos, es Carlos Soler el emblema: el centrocampista hace partidos muy buenos y su entrenador lo sabe.

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