La agricultura valenciana, en desventaja por la legislación europea

La Comissió avança en legislació sostenible que, no obstant això, no apliquen països exportadors com Sud-àfrica

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La Comisión Europea ha prohibido el uso de un pesticida -clorpirifós y el metil clorpirifós- en la agricultura europea y, por tanto, también valenciana-. Una acción que se justifica por motivos ambientales fundamentados, pero que entra en contradicción con otras políticas europeas; este pesticida se usa para controlar una plaga original de Sudáfrica, mismo país desde el que aprobó la importación de cítricos con menos controles, una mucho mayor huella ecológica -en una Unión Europea que ha declarado la Emergencia Climática-, y que deja "desnuda" a la citricultora valenciana.

Según relata Carles Peris, Secretario General de La Unió de Llaurador i Ramaders, "la contradicción es total" en la legislación Europea. Se refiere a la proclama en la lucha contra el cambio climático, que se tradujo en declarar la "emergencia climática y medioambiental" el pasado 28 de noviembre. El avance de la normativa europea en cuanto a políticas ambientales relativas a la agricultura, asegura Peris, les ha "acostumbrado" a que cada año desaparezcan algún o algunos pesticidas.

Se trata de una política que, sin embargo, ven con buenos ojos: "Se avanza en sostenibilidad y seguridad para el consumidor". Gracias a las investigaciones en 'parasitoides', muchas llevadas a cabo en la propia Comunitat Valenciana, se encuentran parásitos benignos que lidian con los parásitos dañinos, sin dañar el equilibro natural. A su vez, salen nuevas herramientas de control mucho más respetuosas con el medio ambiente, pero "mucho más caras". "Cada vez es más caro producir un kilo de cítricos o cualquier otro producto. Todo cuesta más dinero", señala.

El problema es, señala, que mientras las políticas ambientales encarecen el producto local, que asegura tiene "la normativa más estricta a nivel mundial", la misma Comisión Europea permite la exportación de terceros países, como Sudáfrica, que producen bajo distintas normativas e, incluso, con pesticidas ya prohibidos aquí; pueden pasar si no superan unos límites. En definitiva, países donde es mucho más barato producir, que 'juegan con ventaja' y ponen en aprietos a la agricultura valenciana y europea.

Desde la Unió señalan que no son "proteccionistas" al estilo Trump, sino que buscan una coherencia legislativa. Una solución sería, añaden, la creación de una nueva tasa europea; un impuesto a estas producciones de terceros países que compense, por un lado, su huella ecológica y, por otro, la desventaja competitiva de los productores europeos. "Podría destinarse a proyectos de reforestación, investigación de plantas más resistentes al cambio climático... Podríamos hacer cosas muy interesantes", señalan.

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