Hallazgos en las obras del Pont Vell de Ontinyent apuntan que la torre albarrana era en orígen un molino del siglo XV

Jorge Rodríguez visita las obras de restauración del emblemático puente datado en 1501, que unifica las tres fases pendientes con una inversión de medio millón de euros

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Visita de las autoridades a las obras del Pont Vell
Visita de las autoridades a las obras del Pont Vell

La torre albarrana situada en la parte del Pont Vell de Ontinyent que da al barrio de Sant Rafel muy probablemente fue en origen un molino del siglo XV, y no una estructura defensiva, tal como se pensaba hasta ahora. Es uno de los descubrimientos que han salido a la luz con las obras que está llevando a cabo el Ayuntamiento para restaurar y rehabilitar este emblemático puente del siglo XVI, que eran visitadas este martes por el alcalde, Jorge Rodríguez.

El alcalde, que recorría la zona acompañado por los ediles Joan Sanchis (Territorio) y Manuel Cuesta (Servicios Municipales), así como técnicos y miembros del equipo de la obra, ponía de relieve el "doble interés" de la actuación, "que nos sirve para recuperar uno de los elementos patrimoniales más emblemáticos de la ciudad, y además porque es una actuación con una destacada derramando arqueológica que nos permitirá conocer partes de nuestra historia que estaban escondidas".

Hay que recordar que el puente ya se sometió a una primera fase de restauración en 2019, unos trabajos que se retoman ahora unificando las tres fases restantes previstas. El proyecto estuvo encomendado al Instituto de Restauración del Patrimonio y el Grupo de Investigación sobre paisaje y arquitectura rural de la Universitat Politècnica de València, y supone una inversión de medio millón de euros que se prevé que esté acabada antes del otoño.

Con el inicio de esta segunda parte de las obras han salido a la luz una serie de elementos que se encontraban ocultos, y entre los cuales destacan vestigios de una infraestructura hidráulica a la parte inferior de la torre albarrana que demostrarían que esta era originalmente un molino (datado en la segunda mitad del siglo XV y, por lo tanto, anterior al propio puente), que además estaba interconectado en la red hidráulica de molinos existentes en el entorno del río en la época. El arqueólogo Ignacio Hortelano y el arquitecto Antonio Gallud (miembro del equipo redactor de la obra junto a Miguel del Rey), coincidían al destacar el interés de estos hallazgos, que ahora van a tratar de corroborarse. El inicio de las obras también han sacado a la luz el muro de piedra de la base de esta torre, no tan antiguo, que todo apunta al hecho que se construyó para ganar espacio en el río para crear una huerta en esta zona; así como una pequeña fuente.

Las obras también se espera que saquen a la luz las estructuras de un tercer ojo y tajamar en la parte que da en la plaza de Baix y que se detectaron en la primera fase de las obras, estructuras que corroborarían que el puente tenía en origen una longitud notablemente mayor a la que está visible. Antonio Gallud explicaba que la actuación que empieza ahora incluirá un importante derramando estructural, para atender los desperfectos registrados con el paso del tiempo, las crecidas del río y el paso de vehículos pesados hasta que este estuvo prohibido. Dentro de esta actuación destaca el "cosido" de las estructuras con un sistema que incluirá la inyección de barras de materiales como fibra de carbono, un "cosido" que quedará invisible una vuelta finalizada la obra.

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