Pilar Bataller, rostro y corazón del himno de la Experiencia

Guardar

Maestra, escritora, madre de seis hijos, poeta, abuela… Y ahora, también compositora. Con una sed infinita de conocimientos, Pilar Bataller decidió retomar en 1995 su época como estudiante apuntándose a la UNED Senior, programa educativo dirigido a personas mayores. Y le llenó tanto que, sin apenas conocimientos musicales, compuso una pequeña obra sobre ella; una melodía que 24 años después se ha convertido en el himno oficial de la Universidad de la Experiencia.

En un rincón de su casa en Monte Picayo, bajo las fotografías enmarcadas de sus ocho nietos, Pilar tiene su viejo piano de pared. Aunque nunca ha estudiado música, esta autodidacta de 79 años se sienta a escribir artículos, poemas o melodías siempre que puede. Y es que, a pesar de estar jubilada, tiene una agenda bastante apretada. Especialmente durante los años que estuvo matriculada en la Universidad de la Experiencia, programa educativo dirigido a mayores de 55 años impartido por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

Para una mujer que desde los 22 años se había dedicado a cuidar de su familia y de su hogar, el síndrome del nido vacío llegó con fuerza cuando a sus 55 años vio que sus seis hijos habían volado del nido. Intentaba mantenerse ocupada, hasta que alguien le habló de la universidad de mayores y, sin pensarlo demasiado, decidió apuntarse.

Pasaron las semanas y los meses y ella siempre asistía a todas sus clases, impartidas por profesores «altamente cualificados» y rodeada de compañeros «cariñosos y educados», explica: «La Universidad de la Experiencia era para mí como esa amiga que te da todo sin pedir nada a cambio». Así, la curtida estudiante, que se sentía en deuda con la institución, quiso compensarla «plasmando sobre el papel en forma de poesía lo que sentía por ella». Y decidió sentarse en el piano y acompañar esta letra con una melodía.

Dibujó la Clave de Sol sobre un papel pautado y una serie de notas musicales que daban vida a la letra, recién escrita. Y cogió forma. La música era pegadiza y digna de convertirse en un himno, tal y como ella recuerda, pero para inscribirlo en el Registro de la Propiedad Intelectual necesitaba que alguien escribiera el acompañamiento a la melodía, esto es, la «mano izquierda» en el piano. Y comenzó así una larga odisea.

Pilar comenzó a «patear» todas las clases del Conservatorio de Música de València en busca de la persona que le ayudara a convertir su melodía en himno. «Nadie me tomaba en serio», pero ella siguió y siguió hasta que encontró a José Alonso Dubón, docente de Historia de la Música en la UNED. «Era un excelente profesor, de pocas palabras, pero afable y correcto», asegura. Le pidió que leyera la hoja, le contó todo y, a los pocos días, recibió una carta suya que aún conserva como un «pequeño tesoro». Era la partitura completa, con mano derecha y también izquierda… ¡Hasta la última nota!

«Por fin lo había conseguido», asegura la escritora, «pero las cosas no siempre salen como uno quiere». Después de todo, debido a una situación familiar algo complicada y a un proceso largo y lleno de trabas, el himno quedó terminado, registrado en la Propiedad Intelectual y, también, enterrado durante 17 años.

Todo cambió cuando en 2014 Pilar recibió la visita de unos familiares de Játiva, donde también se imparte el programa de la UNED Senior. Surgió la historia y ellos decidieron llevar el himno al centro. A los pocos días le llamó una amiga, que estaba en clase, contándole que «la secretaria de la universidad se había plantado ante un aula con 100 personas para leer la letra», recuerda la compositora, «y que todos arrancaron a aplaudir y lo recibieron con mucha ilusión».

Y así sonó la flauta... ¡O más bien el piano! Y Pilar comenzó a reunirse con algunos familiares y amigos para practicar, cantar y perfeccionar la composición, hasta que el 29 de junio de 2015, en la clausura del curso de la Universidad Senior de la ciudad de Játiva, se estrenó el himno de la Universidad de la Experiencia. «Lo cantaron los propios alumnos con mucho cariño porque, desde el primer momento, habían creído en él», recuerda entre lágrimas.

Dos años después y de cara a la inauguración oficial, Francisco Perales Ferré, director de la Coral Polifónica de Valencia, accedió de forma voluntaria a escribir la partitura del himno, no a una, sino a tres voces. Así, un himno que comenzó como una sencilla melodía surgida de una pequeña ilusión, quedó inaugurado a lo grande.

Y por fin salió a la luz el rostro de la mujer que, sin conocimiento musical pero con mucho corazón, compuso un himno que es hoy el símbolo de la experiencia en la universidad de mayores, una institución con sede en otras ciudades españolas, europeas y también sudamericanas. «¡Qué mayor ilusión que el himno suene algún día en todos estos lugares!».

Destacados