Buceadores de Puçol salvan del expolio un ánfora de 2.400 años

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El fondo marino es un inmenso yacimiento arqueológico repleto de tesoros históricos que ayudan a los expertos a comprender y reconstruir la historia de la humanidad pieza a pieza, como si de un puzle se tratara. Coincidiendo con su 15º aniversario, buceadores del Club Trotafons de Puçol han extraído de aguas vecinas un ánfora íbera del siglo IV a.C., que estaba a punto de caer en el mercado negro y que ya se puede visitar en el Museo Arqueológico de Sagunto.

Dos miembros del Club Trotafons toparon hace cosa de un año con un pequeño yacimiento arqueológico, a 3,4 kilómetros de la costa, a la altura del Barranco del Puig. «El hallazgo fue fortuito porque buscábamos zonas de piedra para bucear y disfrutar de la fauna, la flora...», comenta Ximo Huerta, presidente del club, que iba acompañado de su compañero Fernando Diego.

Aunque solo encontraron cuellos de ánfora romana, un ancla metálica y otras piezas sin demasiado valor, los intrépidos buceadores sintieron cierta atracción por aquel lugar en el fondo del mar, por lo que comenzaron a realizar continuas inmersiones en la zona, básicamente, con el objetivo de disfrutar de su particular hallazgo.

Pero en una de ellas dieron con algo mucho más especial: lo que parecía un fragmento sin importancia resultó ser, tras retirar la arena de encima, nada menos que un ánfora íbera de 2.400 años de antigüedad. Y en perfecto estado.

Con un peso de 25 kilos y una capacidad mayor de 25 litros, debió servir en el siglo IV a.C para almacenar y transportar productos alimentarios. De hecho, sugiere a los especialistas que durante mucho tiempo hubo un enclave comercial en la zona.

Cuando la encontraron estaba semienterrada en la arena, a 18 metros de profundidad y cubierta por restos de rizoma y posidonia oceánica. La siguiente sorpresa la dieron los especialistas tras analizarla: En su interior todavía albergaba el que un día fue su tapón de madera, lo que «la hace valiosísima», apunta Ximo Huerta, pues es la primera vez que aparece un ánfora ibérica con tapa en aguas de la Comunidad Valenciana.

La práctica de robar un trozo de historia

Pero algo más les llamó la atención durante las primeras inmersiones. «Tenía un cordón atado en un asa», comenta Huerta, una señal de que alguien más la había encontrado y de que se estaban preparando para llevársela. Iba a ser expoliada. «Es lo peor que se puede hacer ante esta situación», protesta el buceador: «Es llevarse un trozo de historia».

El expolio en España es una práctica que ha supuesto el deterioro de entre el 80% y el 90% de yacimientos arqueológicos marinos, según el experto Ignacio Rodríguez, porque es un mercado muy rentable. Sin embargo, «el valor histórico es muy superior al económico, ya que las extracciones ilegales impiden investigaciones en los yacimientos para ampliar conocimientos sobre la época».

Una pieza como esta, «en casa de cualquiera, pierde todo su valor», lamenta Huerta, «porque quienes no somos especialistas no somos conscientes de su importancia», añade, destacando que es posible comprar réplicas sin necesidad de estropear un yacimiento arqueológico.

Para evitar que esto llegara a ocurrir con su hallazgo, los aficionados se pusieron en contacto con el Centro Arqueológico de la Comunidad Valenciana y, tras una ágil tramitación, recibieron la autorización de rescatar el ánfora del fondo del mar. Así que formaron un pequeño equipo de miembros del club Trotafons: Ximo Huerta y Rafael Barber, encargados de extraerla; y Antonio Sánchez y la arqueóloga Alicia Gimeno, responsables de documentar el proceso.

En el momento de la extracción, los buceadores introdujeron la pieza en una red por si se pudiera romper, «para que todo quedara dentro», explica Huerta. Y aunque fueron ascendiendo «muy, muy despacio», fue todo un acierto: Al llegar a la superficie, debido al cambio de presión y a pequeñas fisuras existentes, el ánfora se partió en varios fragmentos.

Sin embargo, los trabajos de restauración a los que se ha sometido, desde su extracción el pasado año hasta hace tan solo unas semanas, le han devuelto una imagen algo más parecida a la que tuvo en su otra vida, hace más de 2.400 años. Esta labor se ha realizado en el Centro de Arqueología Subacuática de la Comunidad Valenciana, en Burriana.

«La encuentro muy diferente», asegura Ximo Huerta mientras la contempla en el Museo Arqueológico de Sagunto: «La hemos visitado tantas veces en el mar que así prácticamente ni la reconozco», añade, fascinado por la gran diferencia que presenta con respecto al resto de ánforas del museo, de origen romano y menor antigüedad.

Club Trotafons, 15 años cuidando del mar

Más allá de contemplar las bellezas naturales y arqueológicas del fondo del mar, el Club Trotafons desempeña una labor de concienciación y cuidado del medio ambiente desde sus inicios, hace ya 15 años. «Es nuestra pequeña batalla porque, además de disfrutar del buceo, nos gusta cuidar el medio ambiente», explica Ximo Huerta: primero, evitando que nuestra actividad pueda deteriorar el fondo marino, para lo cual «desde el principio enseñamos a nuestros socios a flotar sin tocar nada».

Pero también enseñan cómo actuar en caso de encontrar «algo fuera de lo normal», comenta el presidente del club: «Lo mejor es no tocar nada y dar parte al Centro de Arqueología de la Comunidad Valenciana», como en el caso del ánfora íbera recientemente extraída.

«Y también pertenecemos al grupo ARCA del Mar», apunta Huerta: unas instalaciones del Oceanogràfic que se dedican al mantenimiento, estudio y cura de tortugas marinas, así como al rescate de mamíferos.

«Cuando algún mamífero se aproxima demasiado a la costa o queda varado, nos informan para que acudamos rápidamente», comenta el buceador: «Así que nos ponemos los neoprenos e intentamos mantener al animal con vida y controlado hasta que llegan los veterinarios en una balsa, que ya se encargan de rescatarlo y curarlo».

La próxima actuación del Club Trotafons está prevista para el Día Internacional del Medio Ambiente y el Día de los Océanos: una limpieza a fondo en la playa de Puçol que cada año permite retirar toneladas de basura de la arena, las escolleras, la zona dunar y del agua. Todo esto, seguido de unas charlas divulgativas a cargo del Oceanografic y, para finalizar, «el momento favorito de los niños», según Huerta: la suelta de una tortuga marina.

Este año, la actividad se celebrará a lo grande y con mucha ilusión con motivo del XV aniversario del club. Pero también para celebrar su hazaña más relevante -hasta la fecha-: el rescate de un ánfora de 2.400 años, que, salvada por los pelos de caer en el mercado negro, ha permitido devolver al mundo un pequeño fragmento de su historia.

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